Se conocieron en uno de esos pastos urbanos
entre apretujones y copas vacias,
donde se cuecen las mentiras de primera mano
y las vanidades de bisutería
El era un consumado artista del ojeo
midiendo la noche desde su atalaya,
resistiendo los envites de los mirares ajenos
hasta que le echaban humo las pestañas
Cuando ella respondió el torniquete de su mirada
con el navajazo de sus ojos negros,
él se dio cuenta que la vida le regalaba
una compañera para sus juegos
Fue un inquietante romance
que solo el aire llegó a acariciar,
Aprendieron a citarse manteniendo el riesgo del azar
buscando sin encontrarse
Mírame, mírame,
mírame y no me toques, pero mírame
Se verían en un solar abandonado
siempre que lloviese a las tres del día,
irían al fútbol, cada uno por su lado
y con los prismáticos se rastrearían
Acabarían con frecuentar los funiculares,
uno el de subida, el otro el de bajada
y mirarse en los ojos atraves de los cristales
en el breve instante en que se cruzaran
Hasta que un día el experto artista de la mirada
no tuvo bastante con palpar la niebla,
quiso ser menos 'Polaroid' y más almohada
tuvo un mal momento y rompió las reglas
Y le ofreció la aventura vulgar
de un enredo en un cuarto de hotel,
amor no es literatura
si no se puede escribir en la piel
Pero ella no llegó nunca
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